MI ADORADA ESPOSA Y MIS QUERIDOS HIJOS
- Amador Millán Gil
- 22 feb 2017
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Primeramente, mi esposa Albina Velásquez de Millán, ya he hablado mucho de ella; pero sin embargo no me canso de resaltar sus bellas cualidades que envuelven todo su noble corazón, como madre, como esposa, como amiga y como una amable y cariñosa hija. Desde niños hasta el presente no hemos amado, y le pido al SEÑOR continuar así hasta el último día que Él disponga de nosotros, donde tenemos que ir a cumplir con nuestro último eslabón de nuestras vidas y donde vamos a rendir cuenta ante la presencia de DIOS, de lo que hicimos durante nuestras actividades en la tierra y cuál fue nuestro comportamiento con todos los demás seres, con quienes compartimos este planeta que nos brinda tantas bondades, realizarnos, formar nuestras familias, y sabernos comportar con los demás, como seres humanos pertenecientes de una sola familia, que nos ha visto nacer y crecer juntos, en calidad de hermanos, como hijos de una sola Tierra. Yo, por ejemplo, me casé muy joven con Albina mi adorada esposa, humilde, bondadosa, muy gentil y yo su muy trabajoso esposo. Ella trabajaba en nuestro pueblo Casanay como educadora (Ministerio de Educación) y yo como Oficial de la Renta de Licores (Ministerio de Hacienda), la mayor parte del tiempo era en el campo. Nuestra residencia principal era en la calle Colombia del referido pueblo de Casanay, allí teníamos como vecinos a la señora Pastora Villarroel de Martínez y a Marcolina Alcoba, tanto ellas como sus encantadores y cariñosos hijos: Mercedita, Tomasito, Chelena Martínez Villarroel y Teodorita Alcoba, que se convirtieron después de mis padres: Rafael Justino Millán y Martina Josefa Gil de Millán, como nuestra segunda familia. Primero nos ayudaron bastante con mi primera hija ROSALBINA y después con mi segundo hijo AMADORCITO, a quienes no les faltaba nada, se ocuparon de sus teteros, de sus pañales, de bañarlos, de vestirlos y de todo lo necesario. Fueron para mis hijos como unos segundos padres. Nosotros los recordamos todos los días a ellos y les enviamos mentalmente, al sitio donde se encuentren, nuestros sinceros y profundos agradecimientos a todos ellos y a aquellas bellas gentes de las pasadas generaciones. Todo el mundo se quería, se compartían entre vecinos lo que tuviesen, fue como un mundo sin hipocresía, sin intriga, sin odio, en una sola palabra todas las gentes se apreciaban, se querían como hermanos, cuando uno visitaba a alguien el primer saludo que se recibía era la palabra ¿tú, o ustedes, comieron? Muchas personas que yo conocí en este Estado Sucre no solo hacían comida para ellos, sino que hacían más, contando las personas que podían ir a visitarlos. Mis padres, mis tías María y Emma Millán fueron de esas generaciones que se vivió en aquella bella VENEZUELA. Lo repito siempre porque yo tuve la suerte de vivir mi niñez, mi adolescencia y mi juventud, en esa maravillosa época. GRACIAS PARA TODOS.
Amador Millán Gil
Cumaná 22 de febrero de 2017.
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