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MIS PRINCIPIOS

  • Amador Millán Gil
  • 30 ene 2017
  • 3 Min. de lectura



Primeramente todos los días cuando abro mis ojos, lo primero que hago es darle las gracias a DIOS TODO PODEROSO, por haberme dado la oportunidad en conservar la vida llena de felicidad, de salud, de alegría de estar vivo, rodeado de mis hijos, nietos, bisnietos, mi encantadora esposa y compañera de mi vida ALBINITA; de mis queridos hermanos, de mis yernos y nueras; como también nuestras queridas (hijas de crianzas) NAIDALYS, YULY y demás familiares donde toda la vida hemos convividos como lo que somos una sola familia; todos nos han dado un mundo de alegría, comprensión, amor, unión, todo ha sido el mayor complemento que adornan nuestra existencia en paz y felicidad, para envolvernos con la presencia de DIOS, tanto en las noches como en todos los días cuando tenemos la oportunidad de ser alumbrados por el Sol, la Luna y las Estrellas, para guiarnos por el camino correcto de la vida. Ellos fueron tanto mi papá, como mi mamá, que me llenaron de satisfacción, los cuales no hay un instante que paso sin recordar su presencia, fueron tan dedicados padres no solo para nosotros sus hijos, sino para todos los hijos de los CASANAYEROS. Como teníamos panadería, mi mamá los llamaba diariamente para ponerle una merienda o un pan en sus manos. Como teníamos cine, ella y mi papá cuidaban la puerta de entrada y llenaban el cine, cuando mi hermano Melecio iba a recibir el dinero producto de venta de las entradas, se encontraba que no tenía ni para pagar el alquiler de las películas, se molestaba; ¿pero cómo se iba a corregir esta falla?, si ellos eran demás de buenos y se imaginaban o hacían suyos todos los niños casanayeros.


En casa se compraba más de veinte botellas de leche todos los días, las que eran cocinadas, y mi papá se paraba en la puerta hacia la calle como haciendo guardia y todas las personas que pasaban los hacía pasar hacia el fondo y llamaba a mi mamá MARTINA para darles una taza de café con leche al amigo, tal vez en su casa les hace falta y DIOS A NOSOTROS NOS LO PAGARÁ, les decía. Antes de haber el DISPENSARIO, nuestro hogar se había convertido en un dispensario, donde llegaban cantidades de enfermos ya que en los campos vecinos sucedían muchas riñas a machetazo, llevaban los heridos ahí donde a mis padres DIOS LOS TOMABA COMO SU INSTRUMENTO para operarlos, curarlos y devolverles la salud. BENDITO SEA DIOS, NO LE FALTA A NADIE, y no solamente los curaba sino que les daba para que compraran las medicinas, esto lo vivió mi pueblo de Casanay; las generaciones van pasando y como es natural, todo se olvida; pero tal vez pueden existir padres que les dicen o transmiten a sus hijos sus experiencias. Por lo regular nunca es tarde para recordar. DIOS ALUMBRARA EL CAMINO EN RECONOCER LOS HECHOS. Y UN DIA LA HONORABLE ALCALDIA Y LA FUNDACION "DON RAFAEL MILLAN" LES RINDIERON UN HOMENAJE PÓSTUMO A MI PADRE Y LO GALARDONARON PONIENDOLES AL HAMBULATORIO DE MI BELLO PUEBLO DE CASANAY CON SU NOMRE " DON RAFAEL MILLAN" para toda la familia MILLAN nos vemos HONRADOS.


Entre los miembros de la Fundación pertenece el Dr. RAFAEL BELMONTE, él vive en Caracas pero su corazón siempre perdura en nuestro bello pueblo de Casanay, como también pertenecía JESUS OSCAR CAMPOS, quien en vida era una excelente y bella persona. El pueblo de Casanay lloró su despedida, DIOS LO TENGA EN LA GLORIA.


NO DEJO EN RECORDAR DE MIS PADRES SUS BUENOS CONCEJOS, ENTRE ELLOS: SIEMPRE CONSERVAR UNA MENTE POSITIVA, QUERER Y AMAR A LAS PERSONAS, ES UN CAPITAL OCULTO QUE PERDURA EN NUETRAS VIDAS. MIS PRINCIPIOS.

GRACIAS MI DIOS QUE NOS DISTE UNOS PADRES INOLVIDABLES.

Amador Millán Gil Cumaná, 30/01/1017

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