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REFLEXIONES DE MI NIÑEZ

  • Amador Millán Gil
  • 4 ene 2017
  • 2 Min. de lectura

Primeramente les pido perdón a todos los que piensen diferente a mí, ya que me gusta comentar los hechos que he vivido desde el año 1929 cuando yo tenía cuatro años de edad, cuando era el Presidente de Venezuela el General Juan Vicente Gómez, la revolución de Francisco Aristiguieta, el tiempo de la Langosta, del hambre conocida con el nombre de LA VENÁ, cuando en la ciudad de Carúpano llegaban a su puerto más de veinte vapores diarios, cuando el comercio de Carúpano estaba compuesto en su mayoría por personas provenientes de varias regiones de Europa, cuando los proveedores de los productos: Cacao, Café, Tabaco, maíz y sobre todo del Azufre producido en las minas de El Pilar, del Estado Sucre el cual eran transportados por un teleférico, que su recorrido era desde El Pilar a los muelles del Puerto de Carùpano. En la actualidad existen muchos descendientes, de aquellas naciones, de apellidos que terminan en ( i ): Los Boscheti, Angeli, Benedetti, Franceschi, Limonchi, Antoni, etc. Cuando el transporte de la ciudad era en Tranvías, cuando fui la primera vez a la ciudad de Carúpano en el año 1931, cuando se celebraron sus primeros Carnavales concurrí a la Plaza Colon, con mis primas Ofelia y Mercemaria Millán, hijas del Dr. Ventura Millán Sánchez quien fue muy famoso Médico en esa época, donde la carroza era un automóvil marca Ford, modelo 1916, abordado con damas francesas, las que todas las tarde se veían frente de las puertas de sus respectivas casas, luciendo vestidos largos provistos de corcel, con un abanico y un paragua en sus manos, eran unas bellezas de mujeres altas y delgaditas. Las personas cuando lean este escrito quizás dirán que cómo fue que teniendo tan poca edad me acuerde de todos esos sucesos, sí, tienen razón en dudarlo; pero les diré fue porque casi no tuve infancia, cuando jugaba con mis juguetes hechos por mí, tenía que hacerlo a escondida de mi papá, sin embargo me hizo un hombrecito desde pequeño ayudándolo a trabajar y por el cual le doy las gracias a mis padres Rafael Millán y Martina Gil de Millán porque me enseñaron sus buenos principios y a mi Divino Dios que nos hizo el Sol, la Luna y las Estrellas para iluminar el camino correcto que debemos tomar y querernos los unos a los otros para obtener la Paz del Señor.

Amador Millán Gil

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