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MI BELLO SOL DE LA MAÑANA

  • Amador Millán Gil
  • 8 oct 2016
  • 1 Min. de lectura


Todos los días, en un espacio de las primeras horas de la mañana, cuando yo me levanto, me dirijo hacia una de las ventanas de la planta alta hacia el lado Este donde tengo expresamente una silla para sentarme; primero con la frente en alto, miro hacia el cielo y me pongo a conversar en alta voz: "BUENOS DIAS MI BELLO SOL DE LA MAÑANA" quien con sus rayos de oro incrustado con hilos de plata penetran en mi cuerpo devolviéndole la salud como antes, cuando tenía mucho menos edad, pero tengo la esperanza que ese gran milagro que obtuve de ti mi adorado y querido "Gran Señor JESUS CRISTO" se sostenga, ser como una persona de menor edad, y con las mismas energías.


Mi Fe no se termina, porque tú, mi "DIOS", que eres "EL GRANDE ARQUITECTO DEL UNIVERSO", que hiciste el firmamento, el sol, la luna, las estrellas, el fuego, la tierra, el agua, el aire, los animales, las plantas y todo cuanto nos rodea, pero por sobre todas las cosas hiciste al ser humano, tan perfecto, que no se te olvidó nada, con un corazón, un cerebro que hasta el presente la ciencia no lo ha podido igualar, también los demás órganos, que cada cual tiene sus funciones específicas y las realizan con mucha perfección. No me queda más que decirte gracias, muchas gracias a mi querido DIOS, el cual nunca me olvida, porque me has devuelto la salud, me has concedido la gracia de vivir cómodamente y tener una bella y muy querida familia.


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