Rosalbina Millán Velasquez

ROSALBINA MILLÁN VELÁSQUEZ: Una de las primeras ilusiones de mi vida. Cuando me casé con ALBINA prácticamente éramos unos niños, pero, sin embargo, pensando en formar una familia, así fue, siendo la primera alegría, como si no me cabía en el corazón, cuando salió en estado de nuestra hija ROSALBINA, todos los días contemplaba su barriga y le acercaba el oído para escuchar sus latidos, viéndola crecer, hasta que llegó el momento en julio del año 1951, fue un día de mucha alegría, pero, con el inconveniente de que en Casanay no habían los recursos médicos para asistir partos, pero gracias al Doctor a cargo en ese momento, nos ofreció el transporte en un jeep para trasladarnos hasta la ciudad de Carúpano. Para esa fecha no había carretera, intentamos que se realizara el parto en Cariaco, pero tampoco fue posible, y así bajo esas peripecias llegamos al hospital de Carúpano donde el Dr. Ponce le realizó el parto, así nació mi bella hija ROSALBINA. Fue la mayor alegría de mi vida ver a mi primera hija abrir sus ojitos como queriendo decir papaíto te quiero mucho. Recuerdo que fui inmediatamente a una joyería y le compré una cadena de oro blanco con la imagen de la Virgencita del Valle, y desde ese momento se inició un rosario de felicidad, cuando regresé estaba ROSALBINA con sus ojitos abiertos viendo la claridad de un nuevo día, como diciendo, esto es un cúmulo de alegría, de felicidad, al encontrarme con ustedes mis seres queridos, recibiendo la bendición de Dios, me encuentro muy feliz por haber venido a este mundo.

Fue creciendo nuestro retoño, llena de amor. Realizó sus estudios de primaria y secundaria, destacándose con su belleza y encanto, siendo nombrada cada año como reina, hasta que se hizo señorita y le celebramos sus 15 años, posteriormente se trasladó a la ciudad de Mérida a estudiar Medicina; luego hizo un post-grado en Caracas. Ejerció por largos años como una de los mejores médicos de Venezuela y Latinoamérica, especializados en Medicina Física y Rehabilitación, en la rama de Hidrología médica, en el Instituto Nacional de Rehabilitación en el Hospital Pérez Carreño, siendo una gran satisfacción para nosotros ver todas sus metas cumplidas. Cada día quiero más a Dios y a la Virgen de Valle, quienes hicieron el milagro de traerte aquí a tu hogar, para estar al lado de tus padres, hermanos, sobrinos y con tu hijo. Fuiste una bella hija, noble, encantadora, y hoy que te fuiste físicamente, espiritualmente continúas con nosotros y con tu hijo, quien viviera con tu recuerdo de este ocho de mayo de 2016, el glorioso Día de las Madres fue tu despedida. ROSITA estás en el cielo con Dios, pero aquí, tus familiares y amigos no te olvidaremos, ya que fuiste extraordinaria. Amada hija, vela por tu hijo, quien te despidió teniéndote en sus brazos, regalándole tu último latido, cuida que Dios lo ayude a tener una vida de alegrías y bendiciones.

Lamentablemente por mi estado de salud, de ese entonces, me privó de estar más tiempo a tu lado y compartir también tu sufrimiento, pero así lo quiso Dios, que te llamó con Él porque te lo ganaste en vida, por tu forma de ser, tu dejaste un espacio en los que te conocieron, que te ganaste con tus acciones. Te queremos con todo nuestro corazón donde perduras viva. Permanece eternamente Bendita y en Luz, fuiste grande y estarás al lado de Dios, quien te bendice, porque tenemos la seguridad de que estás a su lado porque fuiste una persona santa, ayudaste a mucha gente, extendiéndole siempre las manos al necesitado, ahora estás cumpliendo otra etapa bajo la protección del TODOPODEROSO. Tus recuerdos permanecen en nuestra mente y corazón todos los días, fuiste una preciosa hija, llena de amor, de optimismo, de caridad, esparcías tu alegría por doquier, servías a todos, mantenías un lazo de amor con tus padres, hijos, hermanos, sobrinos, primos, amigos y con todos quienes te conocieron.

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